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Preocupa aumento de los suicidios en La Pampa

La juventud y el consumo problemático de drogas llama la atención en los casos de personas que decidieron quitarse la vida. Indican que “hay señales” que podrían detectarse dentro del sistema de salud.

En las últimas semanas un cronista de este diario solicitó por distintos medios las estadísticas que lleva el Ministerio de Salud sobre las causales de muerte en la provincia pero nuca hubo una respuesta. Esta situación hace pensar que existe cierto recelo a darlas a conocer sobre todo porque los datos serían alarmantes.

En el mes de mayo hubo una seguidilla de personas que se quitaron la vida en pocos días en Santa Rosa y distintas localidades del interior

Las cifras para esta altura del año indican que estamos al menos tres veces sobre el promedio. Debemos estar con números similares a los que teníamos en la época más crítica, allá por el 98 o 99, cuando había 19 suicidios cada 100.000 habitantes”, dijo una fuente de salud. -¿A qué se debe que en La Pampa haya tantos suicidios? -No tienen que ver con la geografía y el paisaje como se cree. Está comprobado que la planicie pampeana no tiene nada que ver en esto. De hecho hay países que son mucho más llanos y que no tienen semejantes cifras de suicidios. Tampoco durante las crisis económicas los números bajaron. -¿Qué se puede hacer para detectar los indicios en una persona que podría cometer un daño contra sí misma? -Hay tres niveles, y solo uno de ellos puede ser atendido por la línea 136. En la provincia hay mucha gente que va al médico porque se siente mal y acude al hospital. Le preguntan adónde les duele, los medican y listo. Muchos médicos no se dan el tiempo de entender qué quiere decir el paciente con ese “me siento mal”. No le dan el tiempo para que hable y descargar. De 15 suicidios de adultos en La Pampa, 14 fueron a consultar primero al hospital por otros motivos.

-¿Bajó el promedio de edad de los suicidas? -Sí, bajó. Y también cambiaron otras cosas. Antes un adolescente se suicidaba porque lo dejaba la novia o cosas por el estilo. Hoy, llama la atención el consumo problemático de drogas. En los estudios toxicológicos que se le hacen a los cuerpos, siempre salta el consumo de alguna sustancia. -¿Y los métodos? -Un arma de fuego o la soga. Los números. Hasta el año pasado la mortalidad por suicidios en La Pampa era de casi 11 casos por cada 100 mil habitantes, una cifra que se mantiene estable pero que es bastante superior a la media nacional, que es de 7,4 según las estadísticas provinciales. Las cifras en La Pampa muestran cierta estabilidad en la frecuencia, con tasas que oscilan entre los 16,37 (año 2001) y 10,94 (año 2015) suicidios por 100.000 habitantes.

Llamados y difusión. Las estadísticas indican que La Pampa es una de las provincias más críticas en términos de suicidios: en el año 2012, solo por debajo de Santa Cruz, el promedio de personas que se quitaba la vida por año ascendía a 13,2 por cada 100.000 habitantes (según un estudio de la Universidad de San Andrés). Nunca estuvo por debajo del quinto lugar entre las más afectadas por el flagelo. La intensidad de trabajo del 136 es proporcional a la publicidad. En dos décadas de existencia, los operadores comprobaron que la línea tiene más consultas cuando la comunidad sabe de su existencia. En la anteúltima página de este diario, el sitio oficial del gobierno de La Pampa o el reverso de algunas facturas de servicio, verá el número 136, pero no en muchos lugares más. “Antes había afiches, difusión, hacíamos campañas en el centro, ahora no hay tanta difusión. Eso se refleja en la cantidad de llamados. Porque gente que vive situaciones de crisis hay un montón, pero no tiene a quién recurrir”. “La idea que está en mente es hacer un relevamiento de la situación y hacer una campaña de difusión masiva. Nosotros solo sabemos cuántos son los casos consumados por la prensa. Tampoco cuántas personas intentan quitarse la vida. El Estado provincial no sabe con certeza cuánta gente se quita la vida en La Pampa, y tampoco hay estadísticas”

Puede ser advertido”. Es difícil de determinar los efectos que produce una muerte. La onda expansiva llega primero a los familiares y amigos, a los compañeros de trabajo y a todos aquellos que por una u otra cosa tuvieron contacto con la persona fallecida. Pero el suicidio, la muerte por voluntad propia, es indigerible porque desafía a las creencias de una moral judeocristiana y moderna y porque otorga trascendencia a quien lo comete: nadie se olvida del que lo comete. Todos los que rodean al suicida mueren un poco y al mismo tiempo lo niegan, nadie quiere hablar de él/ella. Hasta los medios tratan de no mencionar la palabra suicidio porque, está comprobado, tiene un efecto contagioso. En Buenos Aires, por ejemplo, funciona un organismo que atiende a los supervivientes del suicidio, que trata de levantar el tendal que deja una muerte abrupta. “El suicidio impacta en la psiquis de las personas. Genera culpa en los vivos, abre preguntas que no pueden responderse, es un agujero negro. Pero lo importante es que antes de llegar al hecho en sí, hay señales. Hay un proceso más o menos visible que siempre puede ser advertido por alguien”.

 

 

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