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Preocupa aumento de los suicidios en La Pampa

La juventud y el consumo problemático de drogas llama la atención en los casos de personas que decidieron quitarse la vida. Indican que “hay señales” que podrían detectarse dentro del sistema de salud.
En las últimas semanas un cronista de este diario solicitó por distintos medios las estadísticas que lleva el Ministerio de Salud sobre las causales de muerte en la provincia pero nuca hubo una respuesta. Esta situación hace pensar que existe cierto recelo a darlas a conocer sobre todo porque los datos serían alarmantes.
En el mes de mayo hubo una seguidilla de personas que se quitaron la vida en pocos días en Santa Rosa y distintas localidades del interior: un joven de 18 años se ahorcó en Catriló al igual que otro de 18 años en Villa Germinal. En la misma semana un hombre de 45 años se disparó con su arma en Miguel Riglos. Hace unos días, una joven de 20 años se quitó la vida en un hotel de la ciudad.
Fuentes especializadas informaron que “hay dos picos” de suicidios durante el año: el primero y menos importante, coincide con el comienzo del otoño, va desde principios de abril hasta el mes de mayo, el segundo comienza los primeros días de noviembre y se extiende hasta finales de diciembre.
“Ocurre que el período que debería haber terminado en mayo sigue hasta hoy. Las cifras para esta altura del año indican que estamos al menos tres veces sobre el promedio. Debemos estar con números similares a los que teníamos en la época más crítica, allá por el 98 o 99, cuando había 19 suicidios cada 100.000 habitantes”, dijo una fuente de salud.
-¿A qué se debe que en La Pampa haya tantos suicidios?
-No tienen que ver con la geografía y el paisaje como se cree. Está comprobado que la planicie pampeana no tiene nada que ver en esto. De hecho hay países que son mucho más llanos y que no tienen semejantes cifras de suicidios. Tampoco durante las crisis económicas los números bajaron.
-¿Qué se puede hacer para detectar los indicios en una persona que podría cometer un daño contra sí misma?
-Hay tres niveles, y solo uno de ellos puede ser atendido por la línea 136. En la provincia hay mucha gente que va al médico porque se siente mal y acude al hospital. Le preguntan adónde les duele, los medican y listo. Muchos médicos no se dan el tiempo de entender qué quiere decir el paciente con ese “me siento mal”. No le dan el tiempo para que hable y descargar. De 15 suicidios de adultos en La Pampa, 14 fueron a consultar primero al hospital por otros motivos.
-¿Bajó el promedio de edad de los suicidas?
-Sí, bajó. Y también cambiaron otras cosas. Antes un adolescente se suicidaba porque lo dejaba la novia o cosas por el estilo. Hoy, llama la atención el consumo problemático de drogas. En los estudios toxicológicos que se le hacen a los cuerpos, siempre salta el consumo de alguna sustancia.
-¿Y los métodos?
-Un arma de fuego o la soga.

 

Los números.
Hasta el año pasado la mortalidad por suicidios en La Pampa era de casi 11 casos por cada 100 mil habitantes, una cifra que se mantiene estable pero que es bastante superior a la media nacional, que es de 7,4 según las estadísticas provinciales. Las cifras en La Pampa muestran cierta estabilidad en la frecuencia, con tasas que oscilan entre los 16,37 (año 2001) y 10,94 (año 2015) suicidios por 100.000 habitantes.

No hay datos precisos.
Al cierre de esta edición, la directora de Salud Mental de la provincia, Lorena Carasay, dialogó con LA ARENA y confirmó que “no hay estudios estadísticos en la provincia ni registros oficiales” sobre suicidios.
“Los números que tenemos son los que pudimos rastrear consultando en las distintas zonas sanitarias. Nos hicimos cargo de la dirección en febrero y ahora estamos trabajando para llevar un registro. Lo que puedo decir es que el suicidio tiene un alto impacto en nuestra comunidad por la baja densidad poblacional, sobre todo si se trata de una persona joven”, dijo Carasay.
“No tenemos un número cierto de los casos, pero esto no quiere decir que no haya un incremento y que las cifras no sean alarmantes. El tema es para nosotros muy importante por eso el próximo 22 y 23 de agosto se va a dictar una capacitación para las personas que trabajan en la línea 136, que este año cumple dos décadas de trabajo”, cerró.

La Línea 136, veinte años de escuchar.
Todos los días alguien marca un número de tres dígitos para decir que piensa en cosas raras, que está analizando cómo hacerlo, que ya lo tiene decidido. Hombres y mujeres con ideaciones suicidas que en la noche pampeana se creen encajados en túneles oscuros cuya única salida, luminosa y al fondo, es la propia muerte. Pero cuando la voz serena aparece en el teléfono no dicen “muerte”, no dicen “me quiero matar”, la lengua se les anuda como un trapo mojado.
Al otro lado de la línea también hay hombres y mujeres que durante las 24 horas, los 365 días del año, aguardan a que suene el teléfono para que -otra vez- aparezca el llanto entrecortado, la voz trémula que dice nuevamente estar pensando cosas raras, que está analizando cómo hacerlo, que ya lo tiene decidido.
Desde hace 20 años los trabajadores del Servicio de Atención a Personas en Crisis, la línea 136 (mal llamada de atención al suicida) se encarga de perforar los túneles oscuros y descomprimir las pulsiones destructivas. Todo eso por teléfono.

Un poco de historia.
Fundado en 1997, el Servicio de Atención para Personas en Crisis cuenta hoy con diez trabajadores, siete mujeres y tres hombres, que en turnos de seis horas le dan cobertura a toda la provincia. En un principio, solo atendía 12 horas diarias y solo recibía llamadas de teléfonos fijos. En su momento de mayor esplendor, la línea llegó albergar a 22 trabajadores. Desde el 2003 se aceptan llamadas entrantes desde celulares.
Para este artículo fueron entrevistados cuatro operadores, dos hombres y dos mujeres. La línea es anónima como también la dirección adonde funciona la oficina, motivo por el que las identidades se mantendrán bajo reserva. La línea funciona bajo la órbita de la Subsecretaría de Salud Mental y Abordaje de las Adicciones. Mientras esperan a que el gobierno provincial les acondicione una oficina, los operadores trabajan desde sus casas con un antiguo celular que goza de muy buena señal. El Nokia 1100 es la única herramienta para todo el equipo.

El trabajo.
Tres palabras definen el trabajo: contención, orientación y escucha. “Trabajamos para orientar a la persona que está en crisis y calmar sus ansiedad. Hay mucha gente que simplemente necesita poder dormirse tranquila”, dice una de las operadoras.
La atención de la línea es solo telefónica, anónima, y si el caso lo requiere puede ser convocada la policía o personal del SEM. Existen casos en que hay armas de por medio, o incluso que el llamante ya se ha tomado un cocktail de pastillas.
Los llamados generalmente están asociados a discusiones de pareja, situaciones de violencia, alcoholismo o juego. “Lo que nunca hemos escuchado es a alguien que se queje por problemas económicos”.
“Con las palabras se baja la carga emocional y, al escucharse, uno puede tomar conciencia de los propios recursos. Yo creo que en realidad nadie quiere matarse, lo que quiere es cambiar de vida”, agrega.

Llamados y difusión.
Las estadísticas indican que La Pampa es una de las provincias más críticas en términos de suicidios: en el año 2012, solo por debajo de Santa Cruz, el promedio de personas que se quitaba la vida por año ascendía a 13,2 por cada 100.000 habitantes (según un estudio de la Universidad de San Andrés). Nunca estuvo por debajo del quinto lugar entre las más afectadas por el flagelo.
La intensidad de trabajo del 136 es proporcional a la publicidad. En dos décadas de existencia, los operadores comprobaron que la línea tiene más consultas cuando la comunidad sabe de su existencia. En la anteúltima página de este diario, el sitio oficial del gobierno de La Pampa o el reverso de algunas facturas de servicio, verá el número 136, pero no en muchos lugares más.
“Antes había afiches, difusión, hacíamos campañas en el centro, ahora no hay tanta difusión. Eso se refleja en la cantidad de llamados. Porque gente que vive situaciones de crisis hay un montón, pero no tiene a quién recurrir”.
“La idea que está en mente es hacer un relevamiento de la situación y hacer una campaña de difusión masiva. Nosotros solo sabemos cuántos son los casos consumados por la prensa. Tampoco cuántas personas intentan quitarse la vida. El Estado provincial no sabe con certeza cuánta gente se quita la vida en La Pampa, y tampoco hay estadísticas”.

Especialistas de la escucha.
Cualquier llamada al 136 dura un promedio de 30 minutos aunque hay quienes necesitan más de una hora para desahogarse. “Hay gente que llama y arranca llorando, que no se le entiende nada de lo que dice, por eso hay que darle el tiempo”.
“Tenés que buscar la empatía y bancarte silencios eternos. Llega un momento en que agudizás tanto el oído al punto de que podés saber si la persona corrió una silla, si tiene el televisor encendido, si está cerca de una calle”.
La escucha tiene su técnica, su método para resguardar a uno y otro lado del teléfono. Porque si bien uno de los dos participantes está en crisis, la tristeza y la angustia son tremendamente contagiosas.
“Hay técnicas para no chuparse todos los problemas y poder trabajar tranquilos. Lo días jueves tenemos supervisión con dos psicólogas que nos ayudan a analizar el trabajo que hicimos. Porque aunque se piense que uno está lejos, el contacto con la persona que llama es muy estrecho. Se da una comunicación muy íntima, profunda, que se da en un tiempo determinado. Muchas veces se confiesan cosas muy duras por primera vez y eso pesa”.

Unico en al país.
La línea 136 es la única que está solventada por el Estado. En otras provincias el servicio existe pero es atendido por voluntarios u organizaciones no gubernamentales, motivo por el que es difícil que se sostenga en el tiempo.
“No es tener un teléfono, hay que estar capacitado porque se trabaja con personas en riesgo. Toda la gente que trabaja acá tiene vocación de servicio. Aún en momentos en que no tuvimos oficinas, en condiciones adversas, nunca dejamos de atender el teléfono. Hay un sentido de pertenencia y tenemos claro que esto depende de los trabajadores. Los políticos pasan, y algunos hace 20 años que estamos acá”.

“Puede ser advertido”.
Es difícil de determinar los efectos que produce una muerte. La onda expansiva llega primero a los familiares y amigos, a los compañeros de trabajo y a todos aquellos que por una u otra cosa tuvieron contacto con la persona fallecida.
Pero el suicidio, la muerte por voluntad propia, es indigerible porque desafía a las creencias de una moral judeocristiana y moderna y porque otorga trascendencia a quien lo comete: nadie se olvida del que lo comete. Todos los que rodean al suicida mueren un poco y al mismo tiempo lo niegan, nadie quiere hablar de él/ella. Hasta los medios tratan de no mencionar la palabra suicidio porque, está comprobado, tiene un efecto contagioso.
En Buenos Aires, por ejemplo, funciona un organismo que atiende a los supervivientes del suicidio, que trata de levantar el tendal que deja una muerte abrupta.
“El suicidio impacta en la psiquis de las personas. Genera culpa en los vivos, abre preguntas que no pueden responderse, es un agujero negro. Pero lo importante es que antes de llegar al hecho en sí, hay señales. Hay un proceso más o menos visible que siempre puede ser advertido por alguien”. (La Arena Diario)

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