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Verna y el laberinto económico

La realidad de los números desplazó con las preocupaciones que dispararon a la expectativa que generaban los planes. La Pampa vive una crisis vinculada a las restricciones de la economía nacional y mundial, pero también con los déficits propios que dejó la anterior gestión gubernamental. A ese panorama que limita y condiciona la marcha de su gobierno se enfrenta el gobernador Carlos Verna. De esta manera, el mandatario que asumió el 10 de diciembre pasado con un discurso restaurador, en pocos meses lo ha transformado en uno más cauto y cargado de reclamos a su antecesor.

La apertura del año legislativo mostró el cambio en el tono al mandatario y sinceró lo que está ocurriendo con las cuentas provinciales. Los aplausos de alborozo que sonaron por su vuelta a la Casa de Gobierno fueron en esta oportunidad apenas de acompañamiento. Y nada más.

 

Días antes, un alto funcionario vernista había comentado al autor de esta columna sobre la falta de respuesta a sus pedidos por más fondos para el área que tiene a cargo y de la periodicidad, más laxa, que tenían las reuniones de gabinete de la actual gestión a comparación de lo que fue el primer gobierno de Verna. Otro se mostraba desalentado porque había hecho algunas promesas públicas sobre programas que implicaban desembolsos económicos y que ahora quedaron supeditados a la disponibilidad de fondos. Los medios de comunicación también lo habían sentido, muchos antes, con el corte o la reducción de la pauta publicitaria oficial.

 

No es que al gobernador la situación económica de la Provincia lo haya tomado desprevenido, pero tal vez no había medido la magnitud en su momento o había considerado y calculado que los millones que llegarían de Nación podía ayudar a afrontarla.

 

Las palabras de Verna en la Legislatura tradujeron lo que está ocurriendo puertas adentro y lanzó un mensaje a la sociedad. Está preocupado, y mucho. Cada reunión que mantiene con funcionarios de distintos organismos como el Banco de La Pampa o el IPAV dejan como resultado un aviso más sobre el ciclo de incertidumbre y de falta de realizaciones que se abre.

 

El gobernador debe enfrentar además una relación con Nación en la que quedan en evidencia las consecuencias de la política de subordinación que llevó adelante el kirchnerismo con las provincias y de la que fue parte la gestión de Oscar Mario Jorge. Hay deudas que no se cobraron y que se acumulan. Y promesas de fondos de la presidencia anterior que ahora quedaron en stand by.

 

También, más allá de las buenas relaciones con el presidente Mauricio Macri, debe afrontar una política económica restrictiva como la que lleva adelante la gestión macrista, al menos en sus inicios. En ese sentido, y luego de los primeros reclamos que hizo por fondos nacionales, el tono del gobernador ha cambiado. Pasó de ser el vocero de sus pares justicialistas acusando a Macri de “unitario”, a una postura más moderada, aunque no por ello deja de reclamar. Fiel a su estilo, pega y acaricia, según sea el momento.

 

El presupuesto provincial, en este contexto, se ha demorado. Quienes los están elaborando sacan cifras de un lado para poner en otro. Se analizan las prioridades y se trata de no ajustar. Las disputas por los fondos entre ministros se dan puertas adentro, pero trascienden.

 

Promedia marzo y la etapa de los anuncios para la actual gestión ha quedado atrás. La apelación a la herencia recibida o al ajuste nacional poco a poco perderán el efecto de la justificación para describir esta situación compleja que se debe afrontar. Y que semeja un laberinto económico que deberá sortear Verna en los próximos meses.

 

Por: Por Norberto Asquini (Diario Textual)

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