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Cristina “tiende puentes” con Verna

El enfrentamiento entre la expresidenta y el gobernador pampeano es histórico. Pero un sitio especializado publicó que Cristina inició una ronda de diálogo con todos los gobernadores, para preparar su desembarco en el Senado. El entorno cristinista se muestra elogioso con Verna.

La expresidenta Cristina Fernández de Kirchner “retomó” el contacto con el gobernador Carlos Verna, después de largos años de reproches y sordos enfrentamientos, según un artículo que publicó La Política On Line.

Esa publicación pone en boca de dirigentes cercanos a Cristina una frase elogiosa: Verna es reconocido po Cristina como “el más capaz de todos los gobernadores”.

Se asegura reiteradamente que -como ocurrió con otros gobernadores peronistas- la expresidenta “tendió puentes” con el gobernador pampeano con el estuvo duramente enfrentado.

En un contexto en que a muchos peronistas “los une el espanto” macrista, días atrás se dio la paradoja de que Verna fue “acusado” por el gobierno nacional de haberse “kirchnerizado”.

LPO describe los efectos de la llegada de Cristina al Senado en diciembre próximo, lo cual ya empezó a alterar el bloque del PJ que Miguel Pichetto conduce hace 16 años. Pichetto fue desautorizado por sus pares en la última sesión, “un síntoma de la interna peronista”, dice el portal.

La nota describe la relación de Cristina con los senadores, especialmente del peronismo. Afirma LPO: “A cargo de dos senadores, el pampeano está enfrentado como pocos a Mauricio Macri por la puja de fondos previsionales y las acusaciones cruzadas tras los incendios del año pasado. ‘Cristina reconoce que es el más capaz de todos los gobernadores’, juran sus confidentes”, añade el sitio especializado.

Recuerda, además, que “Verna fue uno de los senadores del PJ que la echó del bloque en los ‘90, porque además de cuestionar cada ley enviada por Carlos Menem, las votaba en contra el recinto. El correntino Ángel Pardo le comunicó la decisión, poco habitual en el peronismo”.

La mala relación de Verna y Cristina es histórica. Ha tenido sus hitos. Quizá el más importante sea el que ocurrió en 2011, cuando el hoy gobernador bajó su candidatura sobre la hora, luego de que se ratificara que Cristina se postularía a la presidencia.

El peronismo está en debate y ebullición: la reunión de gobernadores, durante esta semana, volvió a mover el avispero. Ahora se plantan como opositores los mismos dirigentes que hace un año parecían aliados oficialistas y cuyos representantes legislativos alzaban la mano a favor de los proyectos macristas.

El encuentro en la Casa de Entre Ríos fue un modo de marcarle la cancha al gobierno nacional, pero también un mensaje hacia el interior del peronismo, y especialmente para Cristina, en el caso de que salga fortalecida de las elecciones del próximo domingo en la provincia de Buenos Aires.

Si es por buscar gestos de acercamiento entre Cristina y el vernismo hay otros: el sector kirchnerista del peronismo en La Pampa respalda a la lista de la cúpula del PJ. María Luz Alonso, referente directa de la expresidenta y líder de La Cámpora en la provincia, salió con fuerza a apoyar la postulación de Ariel Rauschenberger, que a su vez fue llegó a la Legislatura provincial como integrante de la lista aliada con el kierchnerismo.

En el Congreso Nacional, a su vez, la abstención de Sergio Ziliotto y la ausencia de Gustavo Fernández Mendía dio una mano para que el exministro de Planificación Julio De Vido pudiera zafar de ser expulsado de la Cámara.

Diálogo retomado

LPO apunta que con los pronósticos vigentes, si llega al Senado Cristina controlará de manera directa al menos una decena de 30 senadores que tendría el peronismo, que con sus aliados llega a los 40. “Pero esta influencia podría ampliarse por el diálogo que retomó con algunos gobernadores”, asevera.

“Saben que la ex presidenta llegará ultra recargada si gana en octubre, pero no la imaginan de perfil bajo si asume tras una derrota ajustada con el Gobierno. Y no hay un escenario electoral que la deje fuera del Senado”, interpreta el portal.

‘Hoy el FpV-PJ figura con 36 (senadores), uno menos que el quórum, pero superan los 40. Y siempre amagan con romper pero no rompen, porque les gusta manejar la agenda‘, se escuchó a uno de los líderes oficialistas del Senado, donde Macri en el mejor de los casos superará la línea de 20 votos propios.

La expresidenta se hizo eco del ruido que provocó su retorno al Senado y tranquilizó a varios de sus dirigidos, un grupo que jamás superó las 15 bancas y tuvo como fiel representante a la santacruceña Virginia García, cuñada de Máximo Kirchner y con mandato hasta diciembre.

«Yo voy a hablar con todos y no voy a fracturar el bloque», garantizó, pero el mensaje no calma a los históricos que no esperaban volver a verla y saben, por experiencia, que no será fácil callarla. Y podrían sufrir un alto costo político en sus provincias si la echan del bloque, un golpe que ya sufrió Cristina en los ‘90, cuando nadie la imaginaba presidenta de la Nación.

‘Esta vez la podemos acorralar si piden su desafuero. Nos va a necesitar‘, amenazaron esta semana, en uno de los almuerzos en el comedor de la Cámara Alta, describe LPO.

Explica que ante esa ofensiva “Cristina no se quedó quieta. Retomó el diálogo con algunos gobernadores como el formoseño Gildo Insfrán, quien llamó a varios de sus colegas para evitar que echen de Julio de Vido en Diputados. Se alternó en la tarea con el diputado José Luis Gioja”.

“Insfrán también habla seguido con Pichetto pero no supo explicarle la desautorización de Mayans, que muchos imaginan como una orden suya para enviar un mensaje a la Casa Rosada, tomada muy al pie de la letra por su senador. No se esforzó en rendir cuentas el tucumano Juan Manzur, quien sucedió al ahora rebelde Alperovich y acumularía furia por obras públicas prometidas que no llegan”.

“Cristina retomó el diálogo con el fomoseño Insfrán y hasta tendió puentes con el pampeano Verna, con quien estuvo duramente enfrentada cuando era presidenta, al igual que con el puntano Rodríguez Saá”, asevera.

En la reunión de bloque, Mayans y Alperovich se turnaron con los kirchneristas para despotricar a Macri y abrieron un insipiente tercer subgrupo que representaría a peronistas intransigentes, o sea, aquellos que no añoran los años K pero se declaran opositores furiosos y ningunean la idea de un ‘pacto de la Moncloa‘, propuesta abiertamente por Pichetto, Pinedo y el radical Ernesto Sanz.

El rionergrino -insiste el artículo- perdió vínculo con Cristina (ni siquiera le aprobó los gastos de su último año de gestión) y cree que el país sólo puede evitar una grave crisis con un acuerdo de gobernabilidad entre oficialismo y oposición, similar al que levantó la economía española a fines de los ‘70.

Sueña -añade- con hacer realidad demoradas reformas estructurales como la tributaria (que ya comenzó a discutirse en el Congreso) y no dejar al peronismo envuelto otra vez en sospechas de desestabilización.

Convencido, trabaja a la par de Pinedo, casi como un equipo: puntean los temarios de cada sesión y comparten conferencias por el país, siempre con el lema de que romper la grieta es posible. Y necesario.
Lo escoltan referentes de otros gobernadores como el salteño Rodolfo Urtubey, hermano del líder salteño; o el entrerriano Pedro Guastavino, que ya olvidó sus años K. Por igual proceso pasaron Juan Manuel Abal Medina (con mandato hasta diciembre) y el chaqueño Eduardo Aguilar, ex ladero de Jorge Capitanich pero ahora sólo leal a su jefe de su bloque.

El santafesino Omar Perotti se anota para suceder a Pichetto si este finalmente decide dejar la conducción del bloque. ‘Va a tener que explicar porque su candidata pierde con Agustín Rossi‘, se preparan para deslegitimarlo.

A la discusión sobre Cristina se suman senadores que nunca se mezclaron en PJ sólo por inercia antikirchnerista como Alfredo Luenzo, que reporta al chubutense Mario Das Neves; o Carlos Caserio, ladero del cordobés Juan Schiaretti.

Schiaretti, que visitó a Pichetto ni bien se confirmó la candidatura de Cristina, es el principal gestor de una liga de gobernadores fuerte y capaz de alimentar un candidato presidencial como Juan Manuel Urtubey, prospere o no un ensayo criollo de la Moncloa española.

Sin aspiraciones presidenciales reconocidas, Cristina considera al cordobés como un enemigo a respetar, se alió de frente con Adolfo Rodríguez Saá (que renovará como senador, pero no tiene asegurado la segunda banca) y, juran en su entorno, retomó el diálogo con Carlos Verna.

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